Todo empezó un 10 de marzo de 1997 a las 5:33pm. Si, todo empezó cuando nací. No, no estoy exagerando. No existe ni un solo momento de mi vida donde no haya estado rodeada de deporte. A los dos años empecé a nadar en la piscina de mi nido y a los cinco años llegaron mis primeras “competencias”, siendo esto último lo que más me gustaba del deporte. Representé a mi colegio en natación durante 10 años y a diferentes clubes. Paralelamente, a los nueve años, descubrí el surf y a los diez ya me encontraba compitiendo en el circuito nacional e incluso ser parte de la selección nacional junior que representó a Perú en el ISA World Junior Surfing Championship en el 2024. Ah, y casi me olvido de otro detalle, a los 13 años también descubrí el atletismo y también empecé a representar a mi colegio en la prueba de 1000 mtrs planos. Toda mi vida escolar fue un constante balance entre tres deportes y mis estudios. Terminé el colegio como una de las deportistas más destacadas de mi clase. Al ingresar a una de las universidades más prestigiosas de Perú tuve que dejar el surf de manera competitiva y enfocarme 100% en la natación para lograr una beca como deportista. Representé a la Universidad de Lima en las pruebas de 50 y 100 mariposa y algunas pruebas de fondo como los 400 libre durante 5 años. En el 2016 empecé a sentir que había llegado a mi tope en la natación, Que ya no significaba un reto para mi, sino una obligación. Era hora de un cambio.
Mi padre empezó a practicar running y triatlón después de casarse. Ha sido campeón nacional de su categoría incontables veces y uno de los primeros peruanos en completar un Ironman. Desde siempre, mi papá siempre buscaba que alguno de sus hijos hiciera lo mismo que el. Los tres hermanos Samanamud hemos participado en varias triatlones kids pero a ninguno nos gustó. “La triatlon es un deporte de viejos””Nunca, y escúchame bien, nunca haré triatlón”. Oraciones que salieron de mi boca y que mi madre jamás deja que yo me olvide. En el año donde decidí dejar la natación fue el año donde también anunciaron la primera edición del Ironman 70.3 de Lima. Mi papá en su intento número 50 para que uno de sus hijos haga triatlón, envió la foto del periódico con el anuncio. Lo leí. Lo pensé. ¿Por qué no? Vamos. Mi papá el más feliz, yo la más nerviosa. Mi papá me entrenó aproximadamente cuatro meses para la prueba y en abril del 2017 crucé por primera vez la meta de un Ironman 70.3 con un tiempo de 5 horas con 58 minutos. Pensar en ese día todavía me saca algunas lágrimas. Ese día y esa meta me cambio la vida para siempre. El resto es historia. Siete Ironmans 70.3 en Perú, Chile y Uruguay. Cuatro Ironmans 140.6 en EEUU y Brasil. Un mundial de Ironman en Kona. Y cientos de triatlones y carreras alrededor del mundo.
A mis atletas siempre les digo que hay un antes y un después de un Ironman. Pero en verdad hay un antes y un después de cualquier reto. Desde una carrera de 5k hasta una maratón. Desde una triatlón sprint hasta un Ironman. Siempre hay un antes y un después. Solo los valientes se atreven a buscar ese “después”. A mí la triatlon me trajo ese reto que siempre busqué. Pasar de hacer un deporte en el que era “naturalmente” buena a un deporte en el que debía esforzarme para solo terminar era lo que mi corazón necesitaba. No tengas miedo a salir de tu zona de confort. Puede ser que te sorprendas. Eso sí, ten paciencia, porque las cosas buenas toman tiempo y lo que fácil llega fácil se va. ¿Cambiaré nuevamente de deporte algun día? No lo sé. Por ahora la triatlón es lo que llena mi alma, lo que me da felicidad.
